14 datos sobre la historia de Múnich

No puedes decir que conoces una ciudad cómo la capital de Baviera, si no conoces éstos 14 datos esenciales sobre la historia de Múnich. Datos y hechos que marcaron la ciudad antigua o más reciente. Sobretodo cuando Múnich está estrechamente unida a los hechos acontecidos durante el siglo XX a raíz de la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial de la que es gran protagonista histórico.

Emplazada en el estado de Baviera al sur de Alemania a orillas del río Isar, rodeada de montañas de belleza incalculable y sumida en tradiciones de antaño que nunca pasan de moda, Múnich es fascinante la mire uno por dónde la mire. Historia, gastronomía, arquitectura, artes, cultura y tradición, economía en expansión y un clima «casi perfecto» hacen de la capital bávara las delicias de los viajeros que la visitan durante todo el año.

Apabullantemente monumental y históricamente de una importancia clave en muchos de los recientes eventos del siglo XX, no es fácil hablar de ella sin hacer referencia al nazismo o ¿nacionalsocialismo?. Es complicado hablar de lo que supuso Hitler para la región y no herir sensibilidades.

¡Acompáñame en éste viaje por los 14 datos históricos que debes conocer sobre la historia de Múnich desde sus orígenes hasta el siglo XX!

  • Desde el neolítico hasta nuestros días.

La historia de la ciudad comienza con la de la región de Baviera, que antiguamente fue habitada por nómadas del neolítico, posteriormente pueblos celtas y fue luego parte del Imperio romano. El asentamiento cómo tal de una villa en la actual Múnich se remonta a la época romana. A

unque se tienen datos de la existencia en el área de las orillas del Isar desde la época neolítica tardía, se considera que se estableció un sistema organizado de «ciudad» alrededor del 750 D.C..

Aún así, no se incluyó en un mapa hasta el siglo VIII, durante la época carolingia a raíz de un pequeño convento benedictino que se alzó a orillas del lago Tegernsee (a pocos kilómetros de la ciudad), en el siglo VIII. Dichos monjes se “mudaron” dónde actualmente está la ciudad movidos por el deseo y la necesidad de encontrar tierras agrícolas fértiles para explotarlas y lógicamente comerciar. De ellos, allí tomó su nombre: Munchen que significa ni más ni menos “el lugar de los monjes”. El término cariñoso para los muniqueses además de Munchner, es Munchin.

  • Cuatro siglos y un puente.

Desde los primeros datos conocidos de la ciudad hacia el 750 D.C. hasta su fundación tuvieron que pasar nada más y nada menos que 400 años, ¡alrededor de 16 generaciones!

Se supone que el año 1158 es la fecha de fundación de Múnich pero oficialmente pasó a ser denominada ciudad unos 20 años más tarde según cuentan las crónicas de la época, en 1175. En ese momento Enrique el León (Heinrich), duque de Sajonia y Baviera y uno de los príncipes más importantes de la dinastía güelfa o Welf como se conoce en alemán, construyó un puente sobre el río Isar junto a un asentamiento de recién llegados: los monjes benedictinos del convento de Tegernsee.

Uno de los primeros mapas en los que se tiene constancia de Múnich cómo villa. Fuente: Archivos de la Biblioteca Nacional Alemana

Para obligar a los recién llegados y comerciantes a usar su puente (y cobrarles por hacerlo obivamente), les permitió establecer un mercado ¡el actual Viktualienmarkt! en el lado de puente que más lo convenía. En su afán de tener más poder, Enrique ordenó destruir un puente cercano propiedad del obispo Otto von Freising (Freising, de un precioso pueblo que aún sigue en pie al norte de Múnich) y así evitar cualquier competencia.

Cómo no podía ser de otra forma, el obispo y Enrique se pelearon por la ciudad o más bien incipiente ciudad, ante el emperador Federico I (Friederich) en un banquete celebrado en Augsburgo en 1158. El emperador, hasta las narices del espectáculo que estaban dando los señores, sancionó la expoliación de Enrique y otorgó una compensación económica y de derechos anual al obispo, de igual forma que también confirmó los derechos comerciales y monetarios de Múnich convirtiéndola así en una de las primeras ciudades del Alemania y ciudad por derecho y título propio. Sin lugar a dudas, el que salió ganando ¡fue el obispo!

¡Así pues unos monjes, un duque, un obispo y un puente nos llevaron a lo que hoy en día es Múnich!

  • Los Wittelsbach para bien y para mal.

Una de las dinastías más longevas de Europa y protagonistas principales de la historia de Múnich fueron sin lugar a dudas la familia Wittelsbach. En 700 años de «reinado» en los que Múnich se tragó momentos de esplendor y también de tragedia y el destino de la ciudad estuvo enteramente en sus manos.

La familia Wittelsbach aprovechó la caída de Enrique el León, derrocado por insurrecciones del pueblo, para hacerse con el poder de la región a base de muchas promesas y mucho dinero. A las malas o a las buenas, pero fueron los que aprovecharon la situación para su propio interés y no les fue nada mal.

Ludwig IV, primero de la dinastía en tomar la corona, eligió cómo su residencia la ciudad de Múnich, lo que supuso el traslado de la corte a la ciudad y un desarrollo económico enorme en plena edad media. En 1314 tomó el cargo de duque, en 1328 es nombrado por derecho dinástico emperador del Sacro Imperio Germánico Romano o también denominado Deutscher Nation. De ésta forma la familia Wittelsbach se convirtió en una de las más poderosas del continente europeo, rivalizando a las coronas española, francesa y británica.

Puedes encontrar rastros de la familia Wittelsbach alrededor de toda la ciudad y del estado. De hecho incluso bares y hoteles usan el nombre Wittelsbach. Múnich, Bayern by @modotraveler

Vaya, era el sumo rey al que todos debían pleitesia desde todos los rincones de Europa central. Pasando por Polonia, Holanda, Países Bajos, Austria, Suiza, Eslovenia y Eslovaquia, Chequia y Hungría, en su momento denominados ducados,. Todos y cada uno estaban sujetos al poder del nuevo emperador de la dinastía Wittelsbach.

Fueron 800 años en las que no estuvieron exentos de complots y traiciones, asesinatos, incestos, matrimonios regios, hijos bastardos, crisis y alguna que otra época de gloria.

  • Entre tanto burgués, la guerra…

Múnich alberga entre sus murallas y restos de historia episodios para todos los gustos y colores

Durante el reinado de los Wittelsbach, Múnich se convirtió en lo que sería un ave fénix.

A principios del siglo XIII un gran incendio la destruyó por completo y después de una larga lucha por recuperarse volvió a incendiarse en el siglo XIV. Justo cuando la ciudad empezaba a levantar cabeza de los incendios que casi la borraron del mapa para siempre, llegaron las plagas y la peste bubónica. Ésta última arrasaría con alrededor de un 80 por ciento de la población, con numerosos rebrotes durante casi 50 años. ¡No se salvaron ni las cucarachas!

Por si eso fuera poco, la ciudad fue invadida no en una ocasión, sino varias: Durante la guerra de los Treinta Años fue invadida por Suecia, posteriormente fue tomada durante la Guerra de Sucesión española por los Habsburgo, y finalmente la guerra franco-prusiana hizo su aparición también.

Nada mal para haber empezado cómo un pequeño asentamiento de monjes benedictinos…

  • Reyes y emperadores y duques, iban y venían

hasta que apareció Napoleón. Y voy a romper el mito del Napoleón «malote» para decir que la llegada del señor bajito francés trajo muy buenas cosas para la ciudad.

Con la llegada de Napoleón, nace el reino de Baviera sometido al poder napoleónico, se confirma cómo capital Múnich y empieza una época de esplendor artístico, cultural y arquitectónico sin precedentes. La población empezó a crecer y la ciudad se convirtió en un referente en todo el territorio continental. En gran parte fomentado por Napoleón, pero quiénes se llevaron el mérito no podían ser otros que la familia Wittelsbach. ¿Por qué?

La llegada del tren a Alemania se dió precisamente en Múnich. Hoy en día cuenta con una de las redes de transporte más avanzadas de Europa. Fuente: Archivo del museo del ferrocarril de Múnich

Fueron los últimos 100 años de dinastía, en los que llegó el primer tren de Alemania, se fundó la universidad de Múnich y se hicieron grandes inversiones en grandes monumentos, museos, jardines y edificios. Un intento por rivalizar con la exuberante París.

Lamentablemente acabaron con Baviera en quiebra y el «autoexilio» del último Wittelsbach, Louis III (heredero del rey loco, del que te hablaré en otro post) al finalizar la primera guerra mundial.

  • Y los artistas marcaron la historia

mientras Múnich pasaba de emperador y rey a duque o conde cada dos por tres. Y mientras ellos se peleaban por el trono, los artistas, científicos y pensadores se peleaban para residir en una ciudad en auge que ofrecía las oportunidades ideales para sus estudios y creaciones.

Fue la época de máximo esplendor vanguardista. Los artistas de todas las artes en un afán de protegerse del tradicionalismo y absolutismo real y publicitarse, crearon la llamada Secesión de Múnich; un tipo exposición universal que reunía y exponía por primera vez en el mundo a todos los grandes artistas de todo tipo de movimiento artístico que lo deseara en una exhibición única.

Un hito que ha pasado desapercibido por muchos, pero que merece su sitio entre una de las cosas más fascinantes que ha dado la ciudad al planeta.

Alois Alzheimer, Albert Einstein, Carl Orff , Georg Ohm, Kandinsky, Mozart, Strauss o Richard Wagner pusieron a la ciudad en la estela del arte y la ciencia al más alto nivel. Y por si fuera poco, la reconocida emperatriz Sissi de Austria, llegó al mundo para deslumbrarlo con su historia, aquí.

  • ¿Y la cerveza para cuándo?

Que nadie se altere que la cerveza tiene su propio papel en la historia de la ciudad. Aunque la mejor cerveza del mundo (la bávara) ya se elaboraba en el siglo XVI bajo las estrictas reglas de la Ley de la Pureza de la Cerveza de 1516, fue justamente durante la invasión napoleónica que se celebró la primera Oktoberfest. Exactamente en 1810.

Y es que en justamente gracias a los Wittelsbach y una boda, tenemos hoy en día el mejor festival de la cerveza del planeta del que te hablo en mis otros artículos aquí.

De hecho, la Oktoberfest se convirtió en un evento de tal importancia que personajes cómo Hitler, Lenin o Mozart pasaron por el festival en más de una ocasión.

  • El último rey, el más polémico

o el llamado rey loco o rey de cuentecillo. Ludwig II Fue el último rey de la dinastía Wittelsbach que tuvo la corona en su cabeza hasta que murió en 1886. Con un estilo de vida solitario y rodeado de rumores y extravagancias, Luis II «el loco» dejó tras de sí la quiebra absoluta de las finanzas de Baviera, un buen puñado de castillos y palacios y una de las joyas más bonitas del país y de Europa: el castillo de Neuschwanstein, del que te hablaré en otro post y que puedes visitar en una escapada de un día desde la ciudad.

El castillo de Neuschwanstein o conocido como del rey loco, en Baviera by @modotraveler

Llegó la primera guerra mundial o Gran Guerra, el puerquito de ahorros del estado estaba perdido y la vida en la ciudad se complicó. Falta de comida, de gasolina, de seguridad… y bombas francesas. Eso fue la guerra en Múnich.

Luis III o Ludwig III de Baviera (heredero del rey loco o Ludwig II) huyó de su residencia en Múnich con su familia. Kurt Eisner, un político del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania y gran aliado de la república soviética, proclamó el Estado Popular de Baviera, del que pasó a ser ministro-presidente.

La caída o fuga de la monarquía Wittelsbach marca el final de un reinado que instauró el propio Napoleón.

En resumen, la época de los reyes llegó a su fin, la familia Wittelsbach se autoexilió y en Baviera se instauró un régimen revolucionario comunista. ¡Al loro! COMUNISTA, bajo el nombre de República Soviética de Baviera. Tiempos turbulentos para Múnich.

Aunque no duró mucho tiempo ¡apenas un mes!. Las consecuencias de la guerra y el descontento general del país y especialmente de Baviera junto a la instauración del régimen comunista no gustaron para nada a los conciudadanos.

Todo ello, fue el caldo de cultivo perfecto para el nacimiento del nacionalsocialismo. Lamentablemente uno de los grandes lastres que persiguen a la ciudad y a la humanidad desde entonces.

  • Aquí empezó la pesadilla: el Beer Hall Putsch

El contexto histórico de entre guerras en Alemania es un tanto complejo de explicar. Al final de la primera guerra Mundial, el gran perdedor y culpable de ella fue Alemania. Los recelos del cuerpo político y los ex combatientes, junto con una ciudadanía que se sentía humillada y además arruinada, crearon un ambiente idóneo y un terreno fértil para el nacimiento de nuevos sentimientos nacionalistas y la aparición de la figura de Adolf Hitler.

Ante el pacto de Versailles que dió fin a la Gran Guerra, Alemania se configuró cómo una gran República llamada de Weimar. Anque más bien fue una utopia puesto que nunca exisitó cómo tal.

La inestabilidad en el país, la depreciación abrupta del marco alemán, la desesperación de muchos sectores de la sociedad, la especulación desproporcionada por los alimentos y las condiciones emocionales de la Gran Guerra. Todo ello propició que la ciudadanía culpara al gobierno republicano del fracaso en el que estaban sumidos. Además las exigentes condiciones del pacto de Versailles sobre su país fueron consideradas más que injustas.

Adolf Hitler, austríaco de nacimiento, se trasladó en 1913 a Múnich evadiendo el servicio militar al que estaba obligado. Después de varias idas y venidas durante la guerra, en febrero de 1923 animado por el malestar social y sus ideas supremacistas, fundó el partido nacionalsocialista. Unos meses después y ante la inactividad de la República para suprimir tal movimiento, intentó en Múnich un golpe de estado frustrado. Se le conoce cómo Beer Hall Putsch o el golpe de la cervecería.

¡Hay que ver lo que le gustaban las cervecerías a éste hombre!

El movimiento fascista acumulaba más y más afiliados a medida que la situación de Baviera y del país entero empeoraba. Fuente: Biblioteca del Congreso de EEUU.

El ataque, dirigido al gobierno bávaro que se encontraba reunido en una cervecería muniquesa, se saldó con 20 víctimas, 4 de ellas policías y un juicio de risa que encarceló a Adolf Hitler por solamente 9 meses, aún y ser un acto de alta traición a la patria. Una farsa todo junto.

2.500 partidarios del partido NSD se unieron en una noche de revolución, que no hizo más que acrecentar la cantidad de afiliados a su programa y el afán de Adolf Hitler de tomar el poder por la vía legal.

Una sentencia de risa que además le animó a escribir su pragmático libro de Mein Kampf o mi lucha y dar inicio a una pesadilla que se cobraría la vida de millones de personas.

Si te interesa saber un poco más sobre la Beer Hall Putsch la puedes encontrar también bajo el nombre de Hitlerputsch, Bierkeller Putsch o Munchener Putsch.

  • Múnich, sede del nazismo.

Adolf Hitler accedió al poder de Alemania de forma totalmente «legal y legítima» después un largo período de complots, estratagemas, provocaciones y una oratoria que convencía hasta a un ciego de que podía ver el sol. Pero nunca olvidó sus raíces y sus inicios, Múnich.

Adolf Hitler, saliendo de la sede del partido nazi NSPD en Múnich, 1933. Imagen de archivo de la Biblioteca del Coongreso de EEUU.

La historia recordará pues a la ciudad cómo la sede del partido nazi, la cuna de las SS o Gestapo y la sede del primer campo de concentración nazi jamás construido al norte de la ciudad, Dachau.

  • 82 años de la traición de Múnich.

Éste 2020 se cumplen 82 años de los Pactos de Múnich.

Fueron literal y unívocamente una treta sucia por parte de Hitler, que jugó con el miedo de Europa a una nueva guerra mundial (que finalmente, llegó).

Adolf Hitler en su posición de Canciller y mando supremo de Alemania, reclamaba para si la zona checoeslovaca de los Sudetes aludiendo que gran parte de la población era de origen alemán y que el territorio pertenecía al pueblo alemán por derecho de lengua, cultura y un sin fin de excusas más sin sentido. No solo presionaba para anexionar la zona de forma legal…

Obviamente el señor usó todo tipo de amenazas y acoso en territorio checoeslovaco durante meses que causaron un centenar de muertos (y los que no sabemos ni sabremos…).

Checoeslovaquia se encomendó a las potencias aliadas para protegerse y le salió mal, muy mal.

El miedo y la inquietud ante la posibilidad de otra guerra llevó a una magna traición.

Durante la noche del 30 de septiembre de 1938, los representantes de Italia, Reino Unido, Francia y Alemania firmaron el Acuerdo de Múnich o también llamados Pactos de Múnich, aprobando la incorporación de los Sudetes al Tercer Reich.

Los checoslovacos se sintieron traicionados y no es para menos. Habían confiado en el apoyo de las potencias europeas, incluída la URSS. Esperando encauzar el afán belicioso y expansionista de Adolf Hitler, cedieron sin mirar atrás ni considerar las consecuencias. Ni al pueblo checoeslovaco.

Los representantes de Checoslovaquia ni siquiera fueron invitados a la negociación sobre el destino de su país. Ni una palabra tuvieron en la decisión. Y así mismo, fueron invadidos descaradamente por el régimen nazi a las pocas horas.

  • Georg Elser, el casi héroe.

Y es que en 1939, Georg Elser que por entonces contaba con 24 años, podría habernos ahorrado a todos la catástrofe que supuso la segunda guerra mundial.

El señor en cuestión no era más que un carpintero, que consciente de hacia dónde se dirigía su amado país en manos del Fuhrer. Viendo la pasividad con qué Europa estaba actuando ante tal despropósito, orquestó durante un largo año un atentado casi perfecto contra los máximos mandatarios nazis. ÉL SOLITO.

8 de noviembre de 1939, el ataque en cuestión fue un mes después del inicio de la guerra y la invasión de Polonia. Adolf Hitler se reunía cada año en las mismas fechas en alguna de sus cervecerías favoritas de Múnich para conmemorar su primer intento fallido de golpe de Estado (la ya mencionada Beer Hall Putsch). Un poco masoca el amigo era.

Georg Elser tenía experiencia cómo relojero y fabricante de armas. Dos días antes del atentado y tras haber estudiado minuciosamente todos los detalles, colocó la bomba que preparó por meses en el interior de una viga de madera junto al escenario dónde Adolf Hitler iba a dar su gran discurso anual. Aún no me explico cómo el amigo colocó la bomba sin que nadie se enterase, pero lo hizo.

Debía estallar a las 21:20 cuándo se suponía que el Fuhrer debía estar dando su discurso.

Con una inteligencia y un plan tan bien hechos, Adolf Hitler se salvó de saltar por los aires junto a la cervecería, literalmente por los pelos. Por tan sólo 13 minutos.

Abrevió su discurso y salió de la cervecería exactamente a las 21:07; 13 minutos antes de lo previsto de la cervecería Bürgerbräukeller por asuntos de fuerza mayor. 13 minutos que habrían cambiado el curso de la historia para todos nosotros y millones de personas más.

¡A lo largo de su corta pero mortífera vida hubo unos 42 intentos fallidos de asesinarlo!

A día de hoy,

Hoy en día Múnich y su centro histórico atraen a turistas y viajeros de todo el planeta.

Múnich es una ciudad que se ha reconstruido sobre sus cimientos muchas veces a lo largo de la historia. Ha logrado convertirse en una metrópolis que mantiene el perfecto equilibrio entre modernidad y tradición. Una próspera ciudad industrial y cosmopolita, que emergió de entre los escombros de la guerra.

Hoy en día atrae al turista y viajero por su precioso casco histórico, un gran ambiente cultural y un ferviente pasado histórico que fascina a los más curiosos.

Y tú, ¿conoces algún dato histórico fascinante sobre Múnich?

Cómo siempre, si te ha gustado el post me encantará leerlo. Y si tienes alguna duda, comentario o crítica constructiva, no dudes en dejar tu comentario debajo del post.

¡Nos vemos en el próximo artículo con mucha más historia, curiosidades, gastronomía y más sobre Múnich!

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