San Frediano: el barrio más 'cool' de Florencia

Si os gusta alejaros un poco del bullicioso centro cuando vais a conocer una ciudad y queréis ver un auténtico barrio local, esta es vuestra entrada. Sin duda, San Frediano es ese barrio que os permite visitar auténticas joyas del arte italiano, tienditas locales que parecen museos, sin renunciar a restaurantes de una calidad más que aceptable. No en vano, San Frediano ha sido catalogado por Lonely Planet como el barrio más ‘cool’ de Florencia.

Una de las cosas que hacer que Florencia sea una ciudad más o menos manejable es su tamaño. Seguramente sabréis que no es muy grande y que la mayoría de monumentos y museos se encuentran en su centro histórico. Pero fuera de él y no muy lejos, hay vida. Y hay vida muy interesante. Porque además, os permitirá conocer una parte de la ciudad mucho más auténtica y donde, por supuesto, sí vive gente local. Es mucho más florentino. Y si queréis saber cómo viven los florentinos y su estilo de vida real, es indispensable salir fuera de las cosas típicas que ve todo el mundo. Esto tampoco es nuevo, ocurre en la mayoría de las ciudades, sobre todo en las que son muy turísticas.

Y buen sitio para hacerlo es precisamente el barrio de San Frediano. Está pegado a otro, muy famoso y del que hablaremos posiblemente en otra ocasión, que es Santo Spirito. Ambos si sitúan cruzando algunos de los puentes más famosos de la ciudad como el Ponte Vecchio(tenéis la entrada dedicada a él aquí) o el Puente de Santa Trinita. Pertenece al llamado Oltrarno florentino, lo que significa literalmente ‘al otro lado del Arno’, o sea del río.

Para llegar a San Frediano, deberéis cruzar el Puente alla Carraia, que es el posterior al de Santa Trinita. No penséis que por esto, está lejos. En realidad, desde la Catedral por poner un punto de referencia, llegaréis en unos 15 o 20 minutos más o menos y esto, caminando tranquilamente. Nada más cruzar el puente a la derecha, os toparéis con la Via San Frediano que lleva a la Porta San Frediano. Ese el corazón de todo el barrio, que recibe su nombre por ello.

Según entréis por dicha calle, encontraréis un sinfín de locales cucos donde tomar algo o comer auténticas delicias, por ejemplo La Citè o La Botteghina si queréis algún bocadillo. Si seguís todo recto, llegaréis a la iglesia de San Frediano in Cestello, construida sobre un antiguo convento del siglo XV. El templo recoge algunas obras de arte del siglo XVII y es de estilo más o menos barroco, se podría decir.

En el barrio, sin duda, la iglesia más interesante de conocer es Santa Maria del Carmine. La encontraréis si en vez de continuar recto, giráis en una de las callejuelas desde Via San Frediano a la izquierda.

Se construyó en origen en la Edad Media después de la entrada en Florencia de la mayor parte de las órdenes religiosas. En este caso, fueron los carmelitas los que la mandaron realizar en 1268. De este periodo solo quedan algunos restos románicos y góticos en los laterales. Ha sido modificada en varias ocasiones aunque el cambio más grande, fue cuando fue devastada por un cruel incendio en 1771. Tuvo que ser reconstruida por completo y el arquitecto Giuseppe Riuggieri se encargó de ello.

La capilla Brancacci

Se encuentra al extremo del transepto derecho y es la obra fundamental de toda la iglesia. Básicamente por lo que merece la pena visitarla. Se trata de un espacio encargado por los Brancacci probablemente al taller de Masolino da Panicale con un ciclo de frescos dedicado a San Pedro, el santo protector de la familia.

En 1425 Masolino se marcha a Hungría y deja el encargo a su ayudante Masaccio. Ambos trabajaron en la consecución de las escenas, pero la expulsión de la familia Brancacci por su oposición a los Medici, concretamente a Cosme I hizo que la capilla se quedara incompleta. En 1480 finalmente pudieron regresar y esta vez fue Filippino Lippi el artista principal.

Estos frescos son considerados como el inicio en la pintura de un nuevo estilo propio de la época renacentista. Os dejo el enlace de la web de los museos cívicos florentinos para que podáis ampliar información aquí.

La capilla Corsini

En 1675 la familia decide dedicar una capilla de la iglesia al santo familiar Sant’ Andrea Corsini, obispo de Fiesole en el siglo XIV. El arquitecto encargado fue Francesco Silvanique hizo un espacio barroco, porque era lo que estaba de moda en la Roma de la época. Los frescos de la cúpula los hizo Luca Giordano y el resto de la decoración fue obra de Giovan Battista Foggini. Lo recomiendo por el estilo maravilloso de Giordano, que podéis ver también en el Salón de los Espejos de Palacio Medici.

Junto con la capilla anterior, se salvó milagrosamente del incendio que asoló la iglesia, como ya hemos mencionado.

En la plaza de la iglesia, que recibe el mismo nombre, encontraréis la Trattoria Napoleone, es un buen sitio donde tomar un estupendo aperitivo después de recorrer el barrio, o incluso donde cenar una buena pizza.

Si sois de dulce, os recomiendo también que visitéis la Pastelería Buonamici, una de las mejores del barrio, para que probéis algunas de las delicias que preparan. Os recomiendo el tiramisú. Buenísimo.

Si os dirigís hacia el río, justo a la altura de la iglesia de la que hemos hablado antes, San Frediano in Cestello, hay como una especie de saliente, que se conoce como Pescaia di Santa Rosa, donde tendréis un buen panorama de la ciudad con el río y los principales monumentos alrededor.

Después, podéis llegar a la Puerta San Frediano, que en su día llegó a formar parte de las murallas de la ciudad, concretamente se construyó entre 1284 y 1333, en un proyecto atribuido a Andrea Pisano. Dicen que debía ser, de hecho, la puerta más majestuosa de todas las que tenía la antigua muralla. Fue rebajada y reforzada en el siglo XVI para adaptarla a las exigencias militares de la época con el uso de cañones y armas de fuego.

Y hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os ayude en vuestra visita a la ciudad y que disfrutéis del paseo por San Frediano: el barrio más ‘cool‘ de Florencia.

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