San Galgano: la espiritualidad intacta

Índice de contenidos
  1. SAN GALGANO, LA HISTORIA DE UN SANTO
  2. LA ABADÍA DE SAN GALGANO, LA ESPIRITUALIDAD INTACTA
    1. La joya cisterciense
    2. Aspecto y estructura
    3. El paso del tiempo de San Galgano: la espiritualidad intacta

Hay lugares tan especiales, que no importa cuanto tiempo pase, siempre conservarán algo de su magia. La misión de este post es daros a conocer precisamente uno de estos escenarios. Y que por supuesto, está en Toscana. Os quiero hablar de una abadía, cuyo techo es el cielo. San Galgano, la espiritualidad intacta.

La Abadía de San Galgano está en Valdimerse, a tan solo 30 kilómetros de Siena y a unos 90 de Florencia, capital de la región toscana. En este caso, os recomiendo alquilar un coche porque en transporte público es bastante complicado de llegar y además perderéis bastante tiempo, al menos desde Florencia. Tardaréis aproximadamente una hora y media. Pero merece totalmente la pena.

SAN GALGANO, LA HISTORIA DE UN SANTO

San Galgano fue un santo que vivió en la Edad Media y que decidió retirarse de su vida de joven desordenado hacia una vida mucho más espiritual y religiosa. De hecho, se dedicó a la penitencia. San Galgano murió en este mismo lugar en 1181 y como se había convertido en un santo muy popular, en 1185, se precedió a construir una capilla a él dedicada.

Pero esto no es todo. Circula toda una leyenda con respecto a este santo, que tiene que ver con una espada. Según se cuenta, y antes de convertirse en santo, Galgano, clavó la espada que poseía en una piedra, con la intención de transformar el arma en una especie de cruz. Esta espada es parte del recorrido que haréis si decidís visitar la Abadía. En concreto, se encuentra en la Rotonda de Montesiepi. Aquí, también podréis ver unos hermosos frescos realizados por el pintor Ambrogio Lorenzetti de 1340.

Normalmente, atrae a numerosos curiosos. Y no es para menos, ya que aunque se vea que la espada ha tenido tiempos mejores, deja abierta la duda de si esto realmente ocurrió.

LA ABADÍA DE SAN GALGANO, LA ESPIRITUALIDAD INTACTA

La construcción de la abadía comenzó en 1218, pero no fue hasta mucho después, 1288, cuando por fin consiguieron terminarla. Representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura cisterciense en todo el territorio italiano.

La joya cisterciense

Pertenece al gótico y se caracteriza por su desnudez. De hecho, los monjes cistercienses tenían unas reglas bastante claras e inflexibles acerca de cómo realizar sus construcciones. En Florencia, encontraréis el ejemplo de la basílica de Santa María Novella, que también pertenece a este estilo. (Os dejo en este enlace el post sobre este monumento florentino, por si os apetece conocer más acerca de su historia).

Los cistercienses nacieron como orden en Francia a principios del año 1000. Una de las primeras abadías pertenecientes a la orden fue la de Claraval. Y por eso, las construcciones se basaban en la Regla de San Bernardo de Claraval y abarcaban muchísimos aspectos tales como la localización, el desarrollo de los edificios así como el esquema de la distribución de las distintas partes. De este modo, no solo hacía referencia a la arquitectura. Quizá, se podría incluso decir, que era más bien un cierto estilo de vida.

San Bernardo predicaba indicando que el espíritu de pobreza y el ascetismo eran características de los religiosos de su orden. Argumentaba además, que las personas que habían renunciado a las riquezas y a los excesos del mundo terrenal para abrazar otro más espiritual, no estaban interesados en vivir en construcciones ostentosas. De ahí, que el arte cisterciense se preocupe por hacer edificios desprovistos en gran medida de adornos.

En las abadías de esta orden los monjes convivían con la comunidad de los conversos. Para ello, el edificio de dividía en dos zonas. Además de dedicar tiempo al rezo, se debía dedicar tiempo al trabajo, por eso muchas de estas edificaciones tenían molinos, huertas o fraguas.

Aspecto y estructura

La abadía de San Galgano, la espiritualidad intacta, conserva una planta de cruz latina y tiene tres naves. Sus medidas son 72 metros de largo y 21 de ancho. Lamentablemente no se conserva en todo su esplendor, pero lo que se ve en la actualidad, sirve para poder hacernos una idea del esplendor que tuvo que haber en su día en este lugar.

El paso del tiempo de San Galgano: la espiritualidad intacta

En los siglos XIII y XIV es cuando la abadía alcanza sus años de mayor gloria. Fue incluso protegida por distintas personalidades a lo largo de la historia como por ejemplo Enrique VI, Otón IV o Federico II. Gozaba también de ciertos privilegios, como no tener que pagar el diezmo o el impuesto que para las construcciones religiosas era obligatorio.

Después de la época de su mayor gloria, la abadía quedó abandonada a su suerte. Lo que es más. Fue objeto de robos y saqueos. Es decir, la gente utilizaba sus piedras para hacerse sus casas u otros edificios. Incluso, se llegaron a llevar las planchas que cubrían el techo aunque eso supusiera destrozar el complejo, debido fundamentalmente a las inclemencias del tiempo como la lluvia o la nieve.

En el siglo XX, se llevó a cabo un proyecto para realizar la restauración de la abadía. La finalidad no era que el complejo religioso recupera su función, si no simplemente que no fuera un auténtica ruina. Gino Chierici se encargó de ello. El resultado hoy en día no es tan espectacular como quizá cabría esperar de una restauración, pero nunca se llegaron a restaurar todos los edificios. Aún así, su aspecto le confiere una cierta aura espiritualidad que posiblemente nunca vaya a desaparecer del todo.

Las gigantescas columnas de la abadía iluminadas por la luz del sol, el silencio que se respira en este lugar, los ecos de un glorioso pasado por su importancia histórica y artística, la famosa espada del santo. Todo esto contribuye a general una cierta emoción cuando uno pasea por aquí. Es como si estuvieras formando parte de esta historia esplendorosa.

Si queréis profundizar aún más sobre este lugar, os dejo aquí el enlace a la web oficial de la abadía de San Galgano.

Por eso, este es un lugar que os recomiendo visitar en vuestro viaje a Italia. Podéis hacerlo en medio día perfectamente, y este caso, yo os diría de hacerlo por la mañana, porque así os aseguráis de que el complejo estará abierto. Espero que os haya gustado el post de esta semana y que pongáis la abadía en vuestra lista de lugares que conocer en Toscana. No os arrepentiréis de visitar San Galgano, la espiritualidad intacta.

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